Por Rodrigo M

Para poder hablar de nueva ruralidad, hay que partir por dar cuenta de que en el mundo rural se experimentaron una serie de transformaciones en las formas de relación e interacción de los viejos actores sociales. La acelerada globalización e internacionalización de la economía rural produjo un abrupto reacomodo de la organización agraria. Mucho se ha hablado de las dimensiones que surgen como consecuencia de estos cambios, pero el origen es siempre común, y este es: un ingreso acelerado de capitales trasnacionales en el agro. Ésto llevará a una búsqueda de una integración flexible con dominio de asociaciones empresariales, modernización de las tecnologías y distintos procesos de movilización social y precarización. En este sentido se hablará de una pluri-inserción y una multi-ocupación, condicionada por la crisis de la producción familiar. En este contexto, dos figuras tradicionales del agro sufren una profunda mutación: El patrón y el campesino. Los ricos y los pobres del campo
1. Adaptación "Gatopardésca" (Los viejos ricos del campo):
Cuando hablamos de lo rural, suele llegarnos a la cabeza imágenes de cambios, revoluciones o reformas radicales. De hecho, el mismo concepto “nueva ruralidad” pareciera darnos cuenta de ello. Sin embargo, haciendo una mirada más estructural, veremos que el campo en general, más que estar determinado por cambios radicales, brillará por su notable permanencia. En este escenario, los grandes propietarios se han readaptado a la nueva situación económica y social y han sabido mantener sus posiciones de dominación en el agro. A este respecto Eldemira Pérez (2007) señala que ésta es una realidad vivida en América Latina en general, donde “En muchos países hay vastas regiones con derechos de propiedad indefinidos o ilegítimos, y fenómenos como la expansión o la contracción de áreas de cultivos ilícitos, así como conflictos internos en muchos de ellos, han dado cabida a despojos de tierras y a la ampliación de la gran propiedad”(1)
En el caso de Chile, se puede notar como ésta readaptación de los antiguos hacendados se ha dado por medio de una recomposición que dejó de lado los elementos estamentales y se basó principalmente en la inversión de capital. A este respecto, Raúl Atria (2004) señala que en el caso Chileno, “La descampesinización en la base, parece ir claramente acompañada por la recomposición capitalista de la gran propiedad en la cúspide la estratificación social. Bajo esa hipótesis, lo que habría habido ocurrido entonces es más una readecuación adaptativa, “gatopardesca”, de la clase dominante en la estructura social agraria, que un cambio radical y perdurable de esa estructura”.(2)
Este reordenamiento de los grandes propietarios sin duda es un elemento central en lo que pudiera llamarse nueva ruralidad (que a propósito de estructura jerárquica no varió demasiado), han surgido empresas globalizadas en torno al agro, donde las agrupaciones empresariales terminan paulatinamente con los productores locales. A éste respecto, Bendini (2007) señala“Las reestructuraciones en el agro a nivel empresarial dan cuenta de una creciente concentración de capitales, asociaciones productivas y comerciales mediante alianzas entre empresas claves o fusiones en algunos procesos que algunos califican de auténtica fusiónmanía” (3)
Todo esto para señalar que en el fondo lo que ocurre es una nueva estrategia de acumulación y concentración de capital en el agro, estableciendo nuevas pautas de subordinación, por medio de contrataciones flexibles y precarias, y destruyendo irreversiblemente a los productores y empresarios locales dejando enormes masas de trabajadores plurifuncionales, estacionarios y temporarios.
2. Descampesinización (Los nuevos pobres del campo)
Este es un proceso que teóricos de antaño ya lo habían anticipado. Karl Marx en particular señaló explícitamente en el capítulo 47 del tercer tomo del Capital como la inserción del agro al sistema capitalista terminaría necesariamente por sucumbir con la propiedad parcelaria. Dirá que las mejoras introducidas en la agricultura determinarán la baja de los precios de los productores locales, por un lado, y por otro la inserción de grandes inversiones de capital en el agro. Todo esto irá de la mano de la usurpación de grandes propietarios de la tierra comunal. A este respecto dirá Marx:
“La usura y el sistema de impuestos tienen necesariamente que arruinar en todas partes a la propiedad parcelaria. La inversión del capital para la compra de la tierra sustrae este capital a su cultivo. Infinito desperdigamiento de los medios de producción y aislamiento de los propios productores. Inmenso despilfarro de fuerzas humanas. El empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y el encarecimiento de los medios de producción es una ley ineluctable del régimen parcelario. Los años prósperos representan una desgracia para este tipo de producción” (4):
Marx verá en este sentido, una correlación entre una estructura campesina y una sociedad pre-capitalista. Esto ya que la llegada de relación de mercado al agro tiende a destruir y desintegrar inexorablemente al sector campesino.
En este sentido, fue Lenin quién continuó este análisis en su texto "Cosas Nuevas en el Campo"(5), dónde realiza un análisis de relaciones socio-económicas en el agro, demostrando como estas contradicciones llevan a una concentración de la producción en manos de grandes propietarios por medio de métodos que forzaron a la proletarización del campesino.
El proceso de descomposición estará en la base de la teoría Marxista sobre el agro, donde hay un reacomodo desde arriba por medio de la inversión de capitales y desde la base por medio de un proceso de proletarización.
Todo esto, anticipado y teorizado ya desde el siglo XIX, se refleja en América Latina, donde respecto a los productores locales o pequeños agricultores, ha habido una disminución paulatina de los productores directos subordinándose vía agricultura de contrato. (Bendini, 2008).
Respecto a esta nueva forma histórica que toma el campesinado, Manuel Canales (2005) dirá que “No se le puede comparar con el antiguo inquilino ni con el afuerino, ni tampoco con el obrero industrial ni con el trabajador del sector servicios. Un signo lo caracteriza de modo constitucional: es temporalmente integrado y temporalmente excluido.”(6) Un trabajador que vive de la irregularidad de empleos, al tiempo de las estaciones pasa de integración a exclusión. Esto le constituye una identidad paradójica, entrando y saliendo.
3. Nueva ruralidad y nuevas dificultades.
De ésta forma, entenderemos la nueva ruralidad en cuanto transformaciones como consecuencia a nivel general de la ampliación de las relaciones de mercado en el campo y de la integración del agro a la economía mundial, lo que supone una nueva relación campo-ciudad en donde los límites entre ambos se desdibujan, sus interconexiones se multiplican, se confunden y se complejizan. La inclusión de estas nuevas relaciones de mercado supone además, como ya se había anticipado teóricamente por los Marxistas clásicos, una proletarización y desintegración de la base campesina, y un reacomodo por medio de la usura y del capital financiero de los grandes propietarios, incluyendo nuevas modalidades de trabajo por la vía del contrato y de la inserción de la empresa capitalista multinacional.
En este sentido es que los estudios de estructura deben dar cuenta no sólo de la descampesinización propia de los últimos años en el campo, sino de la totalidad de las transformaciones a nivel subjetivo de los propios actores sociales, lo que incluye pensar en las distintas capas poniendo especial atención a las nuevas formas de propiedad y acumulación en un escenario complejo.
Esto se puede engarzar con la discusión respecto a la centralidad del trabajo en la sociedad actual. Como señalan ciertos autores, seguimos estando en una sociedad de trabajo, aunque este se haya precarizado, flexibilizado y segmentado. Los estudios muestran que el agro Chileno no es la excepción, y siguen habiendo claros dominantes y dominados. La pregunta sigue siendo si estos nuevos actores podrán constituir una identidad en torno a esta nueva realidad y darle un carácter de organización reivindicativa, o si simplemente se readaptarán a estas nuevas realidades de dominación ahora con lógicas financieras. Claramente la respuesta no estará en los extremos. Vale la pena reflexionar, por lo menos desde nuestra parte, que rol podemos cumplir los investigadores desde las ciencias sociales, y qué posibilidades hay de generar una acumulación de conocimiento tal que ayude a reafirmar identidades en pos de la conformación de una red de movimientos reivindicativos y propiamente políticos.
Referencias
1. -PNUD, Chile rural un desafío para el desarrollo humano, 2005, Página 23
2. Atria, Raúl, Crecimiento y estratificación social: la paradoja del crecimiento y el caso chileno, Estudios Sociales, 114, 2004, página 17.
3. La nueva ruralidad en América Latina. Avances teóricos y evidencias empíricas, Edelmira Pérez C, María Adelaida Farah Q, Hubert C de Grammont, Publicado por Pontificia Universidad Javeriana (claccso), 2008, Página 137
4. Marx, K. (1981) Capital, vol. 3. London: Penguin, Página 19, caítulo 47, tercer tomo
5. Tapella esteban, Globalización y Transformación de la Estructura Social Agraria en Argentina: ¿Nuevas Ruralidades, Nuevas Políticas? (http://www.revistakairos.org/k12-archivos/tapella%20esteban.pdf)
6. PNUD, Desarrollo Humano en Chile Rural, 2008
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