Por Rodrigo M.

De un tiempo a esta parte, en la tradicional ruralidad Latinoamericana, los vientos de cambio parecen traer olor a billetes y tarjetas de crédito. Son estos cambios los que, con consecuencias en el plano económico, cultural y social, han dado pie para una amplia producción teórica y empírica acerca de las transformaciones sucedidas en el agro.

De un tiempo a esta parte, en la tradicional ruralidad Latinoamericana, los vientos de cambio parecen traer olor a billetes y tarjetas de crédito. Son estos cambios los que, con consecuencias en el plano económico, cultural y social, han dado pie para una amplia producción teórica y empírica acerca de las transformaciones sucedidas en el agro.
Desde principios de los 90 surge una inquietud en grupos de investigadores de distintos centros de estudios del continente por explicar este reacomodo de un sector siempre asociado a lo tradicional. Reacomodo respecto a la gran transformación Neoliberal y sus consecuentes cambios en el trabajo, la producción y la cultura. Surge de esta forma el confuso concepto de “nueva ruralidad”, cuyo único uso común dentro de los muchos autores que la utilizan, es que la antigua ruralidad ya no existe y estamos frente a un nuevo escenario.
Hay quienes tienen una orientación más bien subjetiva de lo que es la “nueva ruralidad”, poniendo el énfasis en aspectos culturales y de resignificación de imaginarios sociales. Hay otros que la ven desde un aspecto productivo y de ocupación. Lo cierto es que desde nuestro punto de vista, la “nueva ruralidad” tiene poco de lindo y poético y mucho de despiadado y brutal.
Aún así, debemos entender la necesidad de no ver estos procesos de forma unidimensional ya que serán resultado de intereses y actores diversos, lo que marca una pauta de múltiples contingencias.
A continuación, en estas 7 tesis, planteamos un ejercicio de síntesis de lo que consideramos fundamental para entender este concepto de “nueva ruralidad”.
1) La nueva ruralidad existe, dónde haya un predominio evidente del capital sobre el agro: Los pequeños y medianos productores y las formas tradicionales de trabajo y ocupación han sido disueltos. Se instalan industrias trasnacionales orientadas hacia el exterior. Esta inserción de cadenas trasnacionales y de la agricultura a contrato introduce nuevas formas de explotación de la mano de obra.
2) Se da un fenómeno de concentración de las tierras por medio de estos nuevos métodos de expropiación: Como señala Sergio Gómez (1992), esta concentración opera a través de la lógica de la integración de eslabones de la cadena productiva, lo que permite concentrar la tierra y los recursos naturales con la simultánea transnacionalización del sector. La exclusión por su parte, consiste en dejar fuera de este proceso de crecimiento y modernización a una mayoría de productores medianos, a la casi totalidad de los pequeños agricultores y a la fuerza asalariada.
3) Trabajo y ocupación: Hay un aumento sostenido del trabajo asalariado a tasas nunca vistas en sectores rurales. Este trabajo asalariado estará sin embargo marcado por la inseguridad laboral, social y la temporalidad. Como efectos de ésta “proletarización” surgen dos fenómenos de suma importancia: el fenómeno de la multiocupación y la feminización del trabajo rural. Hay, a su vez, un aumento del sector de servicios, se pierde la importancia del sector primario y secundario en la economía y se da una primacía cada vez mayor del sector terciario o de servicios. Habrá, por tanto, un incremento sostenido de la población rural no agrícola con unidades familiares plurifuncionales y precarias.
4) Lucha campesina y organización: Esta tesis señala que el fin de las Reformas Agrarias y las políticas de “ajuste estructural” condujeron a la “derrota del movimiento campesino tradicional”(1). Es decir, los campesinos organizados siguieron la ruta y destino de los movimientos obreros, que a nivel nacional se han visto mermados comparados con lo que fue su auge a principios de los 70. Luego sucumbieron junto con todo lo que fue sucumbiendo en América Latina: Es decir, el Estado nacional popular y las formas tradicionales de trabajo obrero. Las organizaciones obreras y obrero-campesinas se desmantelaron.
Anibal Quijano (2000) dirá, sin embargo, que se está configurando un nuevo escenario para las organizaciones campesinas en la actualidad en la región. Se aceleran de forma violenta las organizaciones que plantean alternativas distintas de la mera modernización de las actuales estructuras. Producto del desmantelamiento del estado y la pérdida del peso de los partidos políticos, las organizaciones rurales obreras se vieron fuertemente mermadas, pero las que sobrevivieron ganaron en autonomía política. Las organizaciones campesinas están siendo capaces de ir más allá de las influencias políticas y de identificar sus propios intereses.
5) Migración y Medio Ambiente: Hay una creciente migración de la población en búsqueda de mejores oportunidades de trabajo, especialmente en los jóvenes. Por otro lado, hay una serie de Políticas públicas y problemas emergentes con el medio ambiente producto de una progresiva degradación medioambiental como consecuencia de la agroindustria trasnacional. Ambos factores suponen una nueva forma de vivir el campo a nivel subjetivo. Pero también son dos caras de una misma moneda. El éxodo se produce por la ausencia de trabajo, y el deterioro del medio ambiente aumenta las posibilidades de conseguir empleo a la vez que afecta el sentido de pertenencia de los habitantes. Ésta dualidad en conflicto abre la posibilidad de nuevas resistencias identitarias.
6) Desaparición de espacios delimitados entre campo-cuidad: Se acaba la polaridad en la medida que la ciudad invade el agro y viceversa. Por ende aumentan las redes relacionales entre campo, ciudades intermedias y centros urbanos. Ésta “urbanización de lo rural”, implica sin embargo la permanencia de cierta especificidad propia de lo Rural. A esto vale la pena agregar las apreciaciones de José Bengoa (2003), respecto a la pérdida del objeto de estudio de los ruralistas. A modo de hipótesis, este autor plantea que el mundo rural ha perdido su autonomía. Autonomía como espacio social, ámbito productivo y ethos cultural, y todo lo que se denomina comúnmente “sociedad rural”. Con esto Bengoa no se refiere a que la sociedad rural antes era independiente de la urbana y ahora no lo es, ya que esa dependencia siempre ha existido; autonomía en tanto categoría de oposición. Como la pérdida de las categorías culturales que le eran específicas a lo urbano y que ahora se difuminan y se homogenizan con lo urbano. Hay una invasión de la ciudad en el campo. Este será un elemento, redefinir las identidades rurales.
7) Nuevos actores sociales: Hay un reordenamiento de los grandes propietarios, han surgido empresas globalizadas en torno al agro, donde las agrupaciones empresariales terminan paulatinamente con los productores. En el fondo lo que ocurre es una nueva estrategia de acumulación y concentración de capital en el agro, estableciendo nuevas pautas de subordinación, por medio de contrataciones flexibles y precarias, y destruyendo irreversiblemente a los productores y empresarios locales dejando enormes masas de trabajadores plurifuncionales, estacionarios y temporarios. Es el fin del antiguo campesino y una adaptación de los viejos patrones. Respecto a los actores sociales de la actualidad, se puede decir que los que animan la estructura productiva rural son los empresarios, trabajadores por cuenta propia y asalariados ligados a la producción y servicios relacionados. Estos últimos serán la gran mayoría.
Referencias
Bengoa, José, 2003, “25 años de estudios rurales” en Sociologias, Porto Alegre, ano 5, nº 10 , Página 85
(http://redalyc.uaemex.mx/pdf/509/50902903.pdf)
-Sergio Gómez. “Dilemas de la Sociología Rural frente a la Agricultura y el Medio Rural en la América Latina de Hoy” Serie Estudios Sociales N°31 FLACSO. Santiago. Agosto. 1992
-Sergio Gómez. La Nueva Ruralidad: ¿Qué tan Nueva? Revisión de la bibliografía, un intento por
definir sus límites y una propuesta conceptual para realizar investigaciones. Universidad Austral de Chile.
LOM Ediciones Ltda. 1° Edición, Junio 2002. Página 204
- Quijano, Aníbal 2000 “Los movimientos campesinos contemporáneos en América Latina”, en OSAL (Buenos Aires: CLACSO) Nº 2, Septiembre. Página 1.
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